Desde hacía ya un tiempo se había estipulado la creación, o mejor dicho, la resurrección de un reino que otrora había sido el hermano menor del Reino de Nueva Galicia, sin embargo los notables que entablaban estas pláticas no sabían si era conveniente o no.
Finalmente, después de un año de pláticas intensas y negociaciones arduas, se llegó a la conclusión de que era apropiado que el Reino de Nueva Vizcaya resurgiera de las cenizas, siendo integrado por los límites del actual Estado de Durango en México.
La idea fundamental de crear este Reino de Nueva Vizcaya fue precisamente siguiendo el ejemplo del ya existente Reino de Nueva Galicia, que ha ganado prestigio entre los organismo intermicronacionales, y si bien, no se trataba de copiar lo que Nueva Galicia había hecho, sí se trataba de seguir los mismos pasos que ellos.
Sin embargo, una vez decidido (no proclamado) la creación de este reino, vino la cuestión del rey, quien sería pues Rey de Nueva Vizcaya, se pensó entonces en primera instancia en un compatriota nacido en Nueva Vizcaya, sin embargo, después de analizar y ver que podría traer más problemas debido a la ambición, se recurrió a algún príncipe ya establecido.
Se pensó pues en el Rey Marco Antonio de Orontea, pero su reino se encontraba sin conexión territorial directa con el de Nueva Vizcaya, lo mismo se planteó con la candidatura del Rey de Áurea o el Gran Duque Constantino.
Se pensó en el Rey de Azur, pero debido a que Azur es una nación digital no era compatible con la constitución física del país.
Finalmente se pensó, en primera instancia en Su Alteza Real, el Príncipe Jorge de Nueva Galicia, Nieto de Su Majestad el Rey Benjamín. Quien aceptó ser el Rey Jorge I de Nueva Vizcaya, sin embargo, al mes de haber tomado está decisión, abdicó en favor de su abuelo, el Rey de Nueva Galicia, ésto, obviamente causó malestar entre los sectores políticos puesto que la confianza se había depositado ya en él y se empezaba a erigir las instituciones del reino bajo su nombre.
En un principio el congreso ya establecido se negó a aceptar la abdicación y mucho menos a aceptar al Rey de Nueva Galicia como Rey de Nueva Vizcaya, no obstante la negativa del congreso, se analizó la situación y se llegó a la conclusión que no podían proponer a otro príncipe, y que así se le daría reconocimiento válido directo a la nación debido al respaldo de las instituciones novogallegas.
Desde entonces, es una monarquía independiente del Reino de Nueva Galicia, pero en unión a ella por la persona del Rey, es decir, una unión personal de las coronas. Vale agregar que Nueva Galicia no interfiere en los asuntos políticos de Nueva Vizcaya ni mucho menos, cada una de estas naciones tiene gobiernos e instituciones propias, tan es así que son diferentes sus constituciones entre sí, aunque se ha valido de los documentos ya existentes de la monarquía novogallega para la formación e institucionalización de la monarquía novovizcaína.
He ahí que el Rey Benjamín sea conocido como Su Majestad el Rey Benjamín I de Nueva Vizcaya y Nueva Galicia, aquí, en Nueva Vizcaya; mientras que en Nueva Galicia se le conoce como Su Majestad el Rey Benjamín I de Nueva Galicia y Nueva Vizcaya.
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